¿QUIÉN EXPULSÓ AL BEISBOL PROFESIONAL DE CUBA?
Por Andrés Pascual (Publicado en Beisbolazos, mayo 2005) Hace mas de 15 años que escribí sobre este tema en el Diario las Américas;...
https://www.disidentedigital.com/2015/05/quien-expulso-al-beisbol-profesional-de.html?m=0
Por Andrés Pascual (Publicado en Beisbolazos, mayo 2005)
Hace
mas de 15 años que escribí sobre este tema en el Diario
las Américas; sin embargo, desde hace 8 que regresé al asunto
en Beisbolazos, revista de Puerto Rico del historiador y comentarista
Edwin “Kako” Vázquez, cuando Jorge Alfonso, plumífero “del
brazo equivocado”, siempre tan parcial a favor del castro-comunismo
y la sección de comentaristas de la COCO Radio, escribieron unos
increíbles y tendenciosos artículos, posibles porque, cada día, la
población cubana que presenció los acontecimientos del deporte
profesional decrece, quiero decir que, con el desgano que muestra la
población nacida o criada dentro de los contornos temporales de la
barbarie por la historia patria, cualquier mentira juega; ahora, lo
que es inaceptable es que gente que vivieron esa época, que conozcan
todos los acontecimientos, todavía duden y pregunten ¿Qué pasó?
“Porque pueden existir dos versiones…”
¿Cuántos
desconocen estas palabras escritas por Castro a Celia Sánchez en
1958: “mi guerra no ha empezado aún…será contra los americanos
cuando esto acabe. Sierra Maestra…”? ¿Cómo debe entenderse lo
anterior, sino como la declaración de guerra anticipada a Playa
Girón y a los alzamientos en el Occidente y Centro del país,
“preparados por la CIA”?
Los
fusilamientos, el inicio del más bestial Presidio Político de la
historia de América, en que lo interesante no fueron los años de
sanciónes individuales (hasta 330), sino los obligados a cumplir:
275,000 cubanos con más de 15 y, hasta hoy, un millón con la
experiencia carcelaria política.
Los
robos de la propiedad privada encubiertos bajo la novísima forma
entonces de “nacionalización”, dentro de esta, la expropiación
y suspensión de más de 15 periódicos, diarios y vespertinos de
gran tirada solo en La Habana; la confiscación y destrucción de más
de 8 revistas, incluyendo a Bohemia, símbolo nacional; de 6 emisoras
de televisión, una de aquellas experimental a color, más de 30
emisoras de radio libres solo en la capital; la imposición de una
ideología basada en la mentira y la exageración de detalles que,
viéndolo bien, no existían; la creación de las bases para destruir
al país moralmente a partir del pisoteo de la sagrada familia, el
ateísmo guevarista, la supresión abrupta del ritmo de vida infantil
y juvenil por la aceleración (adoctrinamiento) de la madurez de
niños y jóvenes para utilizarlos con propósitos anticubanos a
través de la ideología. Pocos niños de la era castrista se criaron
con “Piel de Onagro” debajo de sus almohada
La
“ejecución” en hogueras a propósito de muñecos alegóricos al
Tio Sam, profanando cementerios con más odio e inspirando tanto
terror como la Santa Inquisición. Nada de lo anterior había
ocurrido cuando el tirano le escribió aquella carta a Celia Sánchez
y otras muchísimas cosas que están en blancas y negras, que solo se
aceptaría no leerlos por la tristeza y el dolor que genera revivir
el crimen socio-político-económico contra una nacionalidad que
valía mucho más que carniceros de mentalidad bárbara de
nueva-vieja edición, a quienes aún apoya y aplaude un mundo que en
nada se diferencia de quien lo ordenó e impuso hace 52 años.
Cuba
fue el pueblo que creyó que sabía tanto como para darse el lujo de
olvidar, quién sabe dónde, la cordura, la decencia, la cautela y el
razonamiento, al apostar cuanto tenían al potro malo de verdad:
Castro no fía en sus bodegas ni en sus farmacias, fiaban los dueños,
que soportaron cómo gozaban con que le quitaran la propiedad, para
ver cumplido el placer morboso de su envidia, el elemento inútil e
inoperante socialmente hablando, mácula absoluto.
Pero
cualquier país del mundo tiene mayoría de pobres, de lacras, de
vagos, de perdedores... pero perdedores peligrosos o ¿Usted cree que
Ramiro Valdés ni Guillermo García eran exitosos en el sentido noble
del término? ¿De dónde salieron sus millones? Ladrones sí,
asesinos inmejorables ante la historia, sí…
La
pelota profesional cubana fue un imperio en la región, inversión
privada y mejorada cada año para total disfrute del público y,
desde luego, para que pudiera dejar dividendos que conformaran a
jugadores, dueños, promoción…entonces, si se sabe que el robo de
la propiedad privada de los medios de producción en Cuba tuvo que
ver con hacer al dictador el hombre más rico del mundo; si ese robo
tuvo como objetivo cerrar todas las puertas de respiro democrático y
que una de ellas, porque crea un estado de independencia en un sector
poblacional por la acumulación de riquezas, es la propiedad privada
¿Quién creería que algo tan sensible como el beisbol profesional
quedaría en pie?
El
autoritarismo y el control absoluto de la población sellaron el
destino del negocio particular en Cuba y con este la capacidad de
emprendimiento y las ganas de superación; la formación cultural y
la preparación del pueblo estaba ajena a intereses de disfrute
personal, así que un médico se convertiría en otro fusil de ataque
al imperialismo por la vía ideológica, pero un pelotero y un
boxeador también. Los tres en andrajos MATERIAL Y MORALMENTE,
capaces de hacer cualquier cosa por sobrevivir, desde vender
croquetas, hasta arreglar juegos por dinero…
El
profesionalismo deportivo cayó arrastrado por la marea destructora
que asola al país en carácter sostenido desde 1959.
El
beisbol profesional cubano cumplió, desde finales del siglo
antepasado, el papel de embajador y estabilizador de la amistad, el
mutuo entendimiento y el respeto entre los pueblos, leyó bien, “los
pueblos” de Cuba y Estados Unidos, por compartirse diamantes
beisboleros en ambos países.
Significativo,
el primer beisbol integrado del mundo permanentemente, la Liga Cubana
de Beisbol Profesional, aceptó a los jugadores negros americanos
desde inicios de 1900, como respuesta agradecida el circuito
pre-Ligas Negras o las propias Ligas Negras, permitían como únicos
jugadores blancos a los cubanos, porque admitían a los negros
americanos jugar en sus campeonatos.
Sin
embargo, teniendo en cuenta que la dictadura castro-comunista
preparaba una guerra a muerte desde 1958, en borrador la carta de
marras contra Estados Unidos ¿Podía quedar en pie algo tan
importante, capaz de constituirse en elemento de importancia capital
de la identidad nacional, en la configuración de la personalidad del
cubano, que mantuviera bases sólidas de admiración y respeto entre
los dos pueblos? Bajo ninguna circunstancia, por la política de odio
enfermizo y vicioso contra el vecino del Norte, la pelota profesional
no cumpliría ningún papel positivo en el nuevo esquema de
destrucción y pisoteo de la dignidad nacional que se preparaba,
incluida “la guerra a muerte contra los yanquis”.
Entonces,
una noche de julio de 1959, fuera del estadio del Cerro, se hicieron
disparos al aire por un grupo de “barbudos” y algunos plomos
cayeron dentro del terreno de juego y rozaron, sin gravedad, al
torpedero cubano de los Cubans Leonardo Cárdenas y a Frank Verdi, de
los Alas Rojas de Rochester ¿Casualidad?
Las
bestias festejaban una fecha triste y sangrienta, como todas las
efemérides castro-comunistas y la convirtieron en provocación de
alto perfil terrorista, forma de crear las bases para que Frank
Schaugnessy, Presidente de la Liga Internacional y el entonces
Secretario de Estado Cristian Herter, entendieran que el grado de
hostilidad antiamericana sobrepasaba el límite razonablemente
aceptable.
Gus Triandos, catcher de los Orioles de Baltimore que había jugado
en la Liga Cubana, se negó a acompañar al club al spring training
en La Habana en 1960, alegando que “no iré por mi propia
seguridad”, lo que respaldó el shortstop cubano Willy Miranda y el
club lo entendió y suspendió el viaje.
Tanto
manipuló la INCIPIENTE Y CONTROLADA prensa oficialista el asunto
que, el cronista Eladio Secades, reubicado en REVOLUCIón, a quien
nadie podría acusar de castrista, escribió en su columna de
Bohemia, Tres Verdades, un artículo titulado “Campaña de injusto
descrédito” contra la acción tomada por el team de Grandes Ligas
y contra el propio Triandos; pero, a mediados de año, la Secretaría
de Estado y la Liga Internacional, por el incremento de la hostilidad
innegable hacia Estados Unidos, retiró la franquicia de Bobby Maduro
de La Habana y la reasentó en Jersey City.
El
sueño “Un paso más y llegamos” fue convertido por Castro en una
pesadilla y la campaña redoblada en intenciones de culpar al Norte
por la acción.
Así,
de nuevo volvió a confundirse el maestro Secades y escribió en
Bohemia otro artículo, totalmente divorciado de la realidad,
titulado: “Un atropello la expulsión de los Cubans”, la verdad
fue que, por la parte americana, el traslado (no expulsión) se debió
a las acciones terroristas antiamericanas, forma indigna y encubierta
para descabezar el profesionalismo.
El
último campeonato invernal se jugó de milagro, los peloteros
aceptaron la mitad de sus salarios. Un jugador de Grandes Ligas
ganaba entonces en Cuba 1500 ó más, en el caso de Orestes Miñoso,
el salario era de 4,000 mensuales; el mínimo para peloteros de
clasificaciones menores iniciaba en 500 dólares; pero, bajo presión
político-militar, que incluía la instalación de ametralladoras en
los dugouts.
La mayoría de los juegos comenzaban después del maratón de basura del
tirano, entre 10-16 horas diarias de habladuría que afectaban la
asistencia, porque los juegos, muchas veces, empezaban a las 11 pm,
es decir, dos horas después del horario acordado. Hubo necesidad de trasladar al interior varios doble-juegos, hacia Matanzas, Cienfuegos, Morón o Santiago de Cuba.
Con
Ciso Camejo, Presidente de la Liga Cubana sin respuestas por el
miedo, se jugó uno de los mejores campeonatos cubanos de todos los
tiempos y de los mas reñidos, que cumplió, a pesar de los
obstáculos crecientes y sus amenazas, la totalidad del calendario.
Un
verdadero éxito en lo deportivo y en lo artístico y un sonado
fracaso económico, porque el público le dio la espalda al grupo de
mejores peloteros de la región, constituidos en un evento con
talento nacional: “El Campeonato sin Refuerzos”, despedida del
gran beisbol de Cuba, el que hizo la historia trascendental.
Entonces,
con jugadores cuyo talento en mayoría no clasificaban para actuar en
el profesionalismo, verdaderos descartes del beisbol profesional
cubano muchos, algunos mayores como para darle lucimiento a algo tan
grandioso como el champion invernal, procedentes de Pedro Betancourt,
de la Unión Atlética o del Centro y el Oriente del país, inició
Castro su primera Serie Nacional en febrero de 1962, con desborde
popular en las gradas de los mismos que le habían dado la espalda,
un año antes, a los mejores peloteros del mundo ajenos a Estados
Unidos y a un torneo solo inferior a las Grandes Ligas.
En
el medio, las constantes detenciónes y multas a los peloteros que
llevaban sus autos desde Estados Unidos y, costumbre de 30 años, les
mantenían la chapa americana, o el registro de cualquier jugador por
elementos policiales con el fin de disgustarlos y atemorizarlos.
Durante
1960-61 presionaron sobre los peloteros para que abandonaran el profesionalismo y se quedaran a construir un
“nuevo y libre beisbol”, que todo el mundo sabe lo nuevo y libre
que ha sido.
Intentos
febriles del legendario Mike González, que incluyeron viajes a
Monterrey y a Estados Unidos, pretendiendo agrupar a algunos peloteros
para el campeonato 1961-62, resultaron infructuosos. Castro decretó
ninguna ayuda para el profesionalismo, tampoco existía ya en el país
el negocio que promovía y apoyaba la estructura; además, los dueños
de clubes como Guille Alonso o Cucho Rodríguez habían perdido sus
propiedades e influencia, o el urbanista Bobby Maduro y los restantes
dueños y ejecutivos quienes, desde finales del sesenta o principios
de 1961, se habían exiliado en Estados Unidos o en Puerto Rico.
¿Qué
trajo como consecuencias la expulsión arbitraria y por decreto del
beisbol profesional de Cuba? Bueno, el debilitamiento de la
estructura beisbolera nacional, el decrecimiento de la cantera por la
competencia que ha enfrentado el juego ante otros deportes que, a
efectos de una población inferior a 15 millones, ha lesionado
seriamente la participación; la pretensión de imponer el balompié
con justificaciones personales del dictador: “hay que practicar
balompié, que la pelota ni prepara ni forma como exige la
Revolución…”, lo escupió en la sede universitaria de Pinar del
Río en 1988, previo al acto por el 1ero. de Mayo.
Lo
otro que provocó el castro-comunismo fue que nadie sabrá nunca
cuántos jugadores, entre 1962-presente, dejaron de actuar en Grandes
Ligas, con valores de mercado muy superiores, posiblemente, a todos
los del resto de países del área; cuántas llamadas desde
Cooperstown, informándole a otro compatriota
que entraba al recinto de los inmortales, nunca se hicieron
.
Y
que ninguno, desde 1960 tras el exilio de Napoleón Reyes, hubiera
tenido que huir o exiliarse para, después, con total y absoluta
amoralidad y descaro, quien dijera que “se había impuesto la
pelota libre sobre la pelota esclava”, les tildara de cobardes, de
traidores o de desertores, por el solo hecho de decidir a su favor
dónde colocar su talento como cumplimiento de un derecho que solo
Dios otorga.
Estas
fueron las mentiras que impusieron la gestión asoladora en el
pasatiempo ex nacional y todavía algunos anticubanos nacidos allá
lo niegan...y las repiten.