POLÍTICA E INTERESES COMERCIALES: LA HIPOCRESÍA DEL OLIMPISMO (1era parte)
Por Andrés Pascual La “Hermandad Olímpica Moderna, (1896-presente)”, no existe, los juegos comenzaron y sobreviven bajo el manto de...
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Por Andrés Pascual
La “Hermandad Olímpica
Moderna, (1896-presente)”, no existe, los juegos comenzaron y
sobreviven bajo el manto de la duda; nacieron envenenados desde los
primeros en Atenas en 1896, porque aquel año comenzó el
profesionalismo, cuando la sede premió a sus ganadores con algo más
que la corona de laureles: pelados gratis, comida en restaurantes
para el atleta y dos acompañantes...Nadie duda de la “buena
voluntad” del barón francés PIERRE DE COUBERTEIN, sino de lo que
han hecho todos los que manejaron el evento después.
Analizando hechos
ocurridos, calificar a los Juegos Olímpicos como vía para el
mejoramiento humano es un insulto a la inteligencia, la actividad ha
sido, hasta Río de Janeiro, una bestial traición a los ideales que
le dieron vida.
El Olimpismo no es una
competencia interesante por la naturaleza atlética, sino por los
enfrentamientos de intereses políticos de acuerdo a etapas de las
relaciones internacionales.
El Muro de Berlín no
liberó a nadie, el comunismo mutó en tantas organizaciones pequeñas
o de mediano alcance que es casi imposible combatirlas hoy, pero lo
sabían los que le sugirieron a Gorbachov que lo derribara y lo sabía
el Polit-Buró Soviético.
Más consecuente sería
decir que, para ciertas actividades relacionadas con el hombre, la
pared cayó encima de la gallina de los huevos de oro, entonces, a
partir de aquel momento, se ha tratado de buscar la sustituta para
continuar incrementando capitales de todo tipo de riesgo.
El terreno de la
competencia olímpica es tierra de nadie, es el teatro de la
confrontación política entre los llamados polos, uno bueno y otro
malo, curiosamente, lo malo le es tan necesario a lo bueno como este
al hombre, los dos juntos a lo que todo el mundo sabe.
En 1936, el mundo
competía contra OLIMPIA, evocación fílmica de Leni Rafiensthal del
orgullo y el poderío ario basado en el Olimpismo, el gran opositor
fue Adolfo Hitler, que no quiso premiar a Jesse Owen por negro ni el
presidente del atleta recibirlo ni estimularlo por “republicano”,
pero el mundo desconoce del desaire presidencial al ídolo sepia y
todavía repiten la cantaleta que quiso la media comunista de
entonces, como hoy, camuflada en partidos de apariencia democrática.
Alemania invadió a
Polonia por el Sur, los soviéticos por el Norte y el mundo fue a una
guerra, que lo mantuvo sin Juegos Olímpicos durante 12 años, con la
justificación de liberar a los polacos, la conflagración terminó y
el país despertó detrás de la Cortina de Hierro ¿A qué fueron a
la guerra?
En 1948, Londres fue la
sede de los Juegos Olímpicos, en Inglaterra se coronó campeón
mosca de boxeo Pascual Pérez, de Argentina, y el dúo de Cárdenas,
padre y hijo, cubanos, ganaron plata en yatismo.
Londres ratificó que sin
enemistad política, sin polarización, la competencia no tendría
éxito, como que existía el Pacto de Varsovia, Avery Brundadge, un
truhán al servicio de los intereses POLÍTICO-ECONÓMICOS del “mundo
libre”, invitó a Helsinski, en 1952, a los satelites y a la Unión
Soviética, concesión para que violaran todas las cláusulas que
regían el deporte amateur, que nunca fue puro, pero, ¡Jamás, desde
1896, tan descarada e impunemente mancillado! Finlandia publicitó la
actividad ventajista del falso amateur, del profesional de estado
comunista, la GUERRA FRÍA estaba declarada en todas las instancias y
el amateurismo deportivo declarado muerto.
En capacidad de competir
en igualdad de condiciones contra el monstruoso aparato deportivo de
la URSS y sus satélites, Estados Unidos se erigió en máximo
representante de la esperanza del mundo que vivía en Occidente,
incluso de quienes vivían al Este del continente europeo, únicas
víctimas de la conjugación de factores supuestamente enemigos
(ambos, Este y Oeste).
La política deportiva
amateur americana, por los fondos asignados al sector educacional,
podía preparar a sus soldados para una batalla que ellos mismos
habían provocado. El resto del mundo libre NO.
En 1968, el poder negro
americano protestó contra el gobierno en cada podio de premiación
del atletismo, sin embargo, George Foreman alzó una banderita
americana y la paseó por el ring tras ganar su pelea por el oro.
El relevo de Brundadge
fue Lord Killanin, que heredó el clímax de la guerra de raíces
extremistas político-economico-religiosas: en Munich-72, Septiembre
Negro tomó 12 rehenes del equipo de halterofilia hebreo, exigiendo
la retirada de los territorios ocupados en Gaza y los mataron, sin
embargo, una película americana, de final abierto, sugiere un
contubernio entre la banda terrorista, los propios israelíes y la
Cía...