EL ABSURDO BATALLAR DE LAS VALLAS EN MIAMI
Por Carlos Carballido La izquierda política siempre tendrá más dinero para la propaganda, sencillamente porque está subsidiada, mientras q...
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Por Carlos Carballido
Esta razón traté de explicársela a muchos compatriotas que insistían en colocar vallas en el Palmetto miamero para dar un mensaje en contra de esa tendencia del mal llamado exilio cubano, cuya mayoría biológica tiene el alma rosada como La Bayamesa.
Pero hoy, la racionalidad ya ni siquiera es tolerable. Y ahí seguimos (bueno, ellos) insistiendo en entrar en una especie de guerra de carteles que, a la larga, no pueden ganar porque, en la concreta, es el dinero quien dice la última palabra. Dinero que no tienen y tiempo que desperdiciarán sin lograr al menos una simple victoria en esta batalla propagandística.
Estudios como los de la Outdoor Advertising Association of America (OAAA) y el Journal of Marketing Communications (2016) descubrieron que, para que una valla pueda tener impacto en el grupo social al que va dirigida, debe estar visible de 6 a 8 semanas si el contenido es de consumo. Para el caso político, la duración de la campaña debería extenderse unas 12 semanas, especialmente si el contenido va en contra de lo que los medios de comunicación venden como propaganda.
La pregunta es: ¿vale la pena, en una ciudad como Miami, colmada de nuevos cubanos descomprometidos con la libertad de la isla y con la única finalidad de regresar al año y un día? La respuesta es más que obvia.
Hace unos días, un grupo de cubanos anticomunistas logró, tras una batalla campal de recogida de dinero, colocar una valla con un mensaje correcto: NO pactar con la tiranía cubana ni, mucho menos, votar en falta de libertad, porque solo valida más a ese desgobierno.
¿Hubo el dinero suficiente para extenderla más de 8 semanas y en más de un punto de la geografía miamense? La respuesta confirma mi tesis.
En cambio, antes y después de la colocación de esta valla patriota, Miami ha sido escenario de una hemorragia de carteles con mensajes que invalidan totalmente lo que los exiliados históricos siguen denunciando. Primero, los de los cubanoamericanos demócratas contra Trump y contra congresistas. Luego, los de la I-220A a favor de #MaríaElvira. Y ahora, el último show: una imagen gigante del pseudo opositor José Daniel Ferrer, líder de la UNPACU, pidiendo libertad para presos políticos.
Usted me dirá: “pero eso está bien”, y yo le pregunto: ¿entiende el mensaje subliminal detrás?
El cartel en cuestión es una bofetada y un escupitajo a la valla que anteriormente lograron colocar varios compatriotas. La imagen de #josédanielferrer representa todo lo contrario: perdón y olvido, participar en la vida política cubana junto a la tiranía y, sobre todo, otorgar amnistía a los represores. Todo un rosario de nueva izquierda globalista que invalida cualquier esfuerzo por lograr una libertad genuina para el pueblo de Cuba.
La guerra de las vallas en el Palmetto es una batalla pírrica que no puede ganar el exilio histórico anticomunista (acertado bautizo lingüístico del colega Vladimir Aguilar). Esa vía no es ni viable ni mucho menos racional, sencillamente porque el lado contrario tiene más recursos y más subsidios.
En la lucha política no se gana con apasionamientos ni “patrioterismo barato”. Los tiempos cambiaron y las mentalidades, a la fuerza, deben atemperarse. Nuevas estrategias deberán aplicarse, porque se está luchando contra un gigante que hace mucho dejó de tener pies de barro.