CUBELA, MENOYO, MORGAN, OCHOA. NO SON MIS HÉROES. VAYA, NI CAMILO ES SANTO DE MI DEVOCIÓN.
por Esteban Fernández Existe la errónea creencia de que cuando los Castro hacen polvo y cenizas a determinadas personas, ya por eso deben ...
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por Esteban Fernández
Existe la errónea creencia de que cuando los Castro hacen polvo y cenizas a determinadas personas, ya por eso deben ser consideradas héroes por nosotros los adversarios del régimen. Nada de eso; quede bien claro que, porque la tiranía considere enemigo a un individuo, no lo convierte de sopetón en nuestro ídolo.
Rolando Cubela no es mi ídolo, William Morgan tampoco.
Nada más alejado de la verdad. A Cubela lo detesté desde que me enteré que, junto a un grupo de asesinos y a sangre fría, acribillaron a balazos al Coronel Blanco Rico, en el Cabaret Montmartre. Mientras que el americano Morgan -junto a Menoyo- me cayó como una patada desde que traicionó a Roberto Martín Pérez , al hijo de Justo Luis Del Pozo y a los invasores de Trinidad.
Los Castristas despreciaban a Eloy Gutiérrez Menoyo, yo también. Cuando la tiranía fusiló al General Arnaldo Ochoa, a Tony de la Guardia, y a varios sicarios más, no sentí ni un segundo de compasión por ellos. Di brincos de alegría cuando mataron al esbirro Tony de la Guardia. Con Huber Matos tampoco simpaticé. El encarcelamiento y "suicidio" de José Abrantes me supo a gloria. ¡Detesto a Norberto Fuentes! No sufrí por el asesinato de Humberto Sorí Marín, ni la prisión de Diocles Torralba..
Siempre me ha causado tremenda alegría cada vez que han caído en desgracia despreciables personajes como Osvaldo Dorticós, Augusto Martínez Sánchez, Faustino Pérez, Carlos Aldana, Roberto Robaina, Carlos Lage y Felipe Pérez Roque.
Cuando Raúl Castro hizo una limpieza implacable en el Ministerio del Interior ¿alguien puede imaginar que toda esa ralea de sicarios se ganó un concurso de simpatías conmigo? La verdad es que no hubiera derramado ni una solitaria lágrima si los hubieran fusilados a todos.
Nunca olvidaré un Email que recibí hace unos años para que firmara en una lista pidiendo la libertad del General Patricio de la Guardia. El remitente jamás volvió a escribirme desde el instante en que le respondí: “Envíame otra relación de patriotas pidiendo GUILLOTINA para él y la firmo”.
Eliminaron a los generales Enrique y Rogelio Acevedo y yo digo: ¡Me alegro en el alma! Vaya, para subir la parada: ¡Ni Camilo Cienfuegos es santo de mi devoción!