LA OTRA FALACIA DE LOS ARANCELES DE TRUMP: ¿DESTRUYENDO A EE. UU.?
Por Carlos Carballido No sé dónde meterán la cabeza aquellos que afirmaban que la política arancelaria propuesta por el presidente Trump l...
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Por Carlos Carballido
Los hechos son testarudos y hay otra realidad: en lo que va de año se han recaudado 100 000 millones de dólares por ese concepto, y según la previsión, a fines de este año la cifra llegaría a 300 000 millones de dólares, según datos del Departamento del Tesoro.
Si esto es caos económico, como vaticinaban los detractores, entonces los musulmanes empezarían a comer jamón de pierna.
En mi pódcast Analítica Callejera, junto al analista cubano-canadiense Ulysses Pereira dijimos que la razón fundamental del éxito de estas medidas arancelarias está en un solo factor: la fuerte capacidad de consumo de EE. UU. versus la precariedad en ese rubro que tienen otros países. Es decir, al resto del mundo le interesa vender a los estadounidenses porque internamente no pueden consumir ni siquiera la mitad de lo que producen.
Datos de la Organización Mundial del Comercio indican que EE. UU. está a la cabeza global de consumo interno con 18,8 billones de dólares anuales, seguido por China, que solo llega a 8 billones (menos de la mitad), y por Alemania, que apenas alcanza los 3 billones de dólares.
Esta es una realidad que golpea la cara de todos los que vaticinaron el caos a corto o mediano plazo. Ningún país en el mundo puede consumir la totalidad de su producción porque no tiene el apalancamiento de la solvencia económica de su población como sí la tiene EE. UU. Así que hay —sí o sí— que venderle al gigante del norte, aunque nos suban los aranceles.
En una primera fase de la política de Trump, es cierto que los costos de productos han subido apenas un 0,3 por ciento (tres centavos por cada dólar), pero continúa siendo bajo si lo comparamos con los precios inflacionarios de la administración anterior.
¿Qué sucederá en lo adelante? Bueno, no hay receta mágica. Lo único cierto es que el comercio con EE. UU. pasó de humanista a proteccionista de su economía doméstica. Si los demás países quieren vender, tienen que hacerlo con los nuevos aranceles o, en el peor de los casos, bajar precios para cubrir el alza arancelaria a costa de reducir sus ganancias impositivas nacionales.
Trump podrá estar equivocado en asuntos como la Lista de Epstein, pero en economía no