LOS CONDENADOS DE CASTRO, PANCHO EL BRAVO

Por Andrés Pascual En la Cuba castrocomunista nadie es olvidado, si alguna personalidad de cierta importancia está fuera del ojo públ...


Por Andrés Pascual


En la Cuba castrocomunista nadie es olvidado, si alguna personalidad de cierta importancia está fuera del ojo público permanente, pues la intención es hacerla desconocida para la juventud, entonces la palabra es condenado, al olvido y a desaparecer de la historia trágica y negra de ninguna trascendencia de la tiranía…

Cuba no es Cuba, le pese a quien le pese, no se le puede llamar así a tanta destrucción y desprestigio; a tanto vandalismo de la identidad nacional y de la historia patria, porque la estructura arquitectónica se puede reconstruir, pero el daño moral no tiene reparación ni a corto ni a mediano plazo.

La imposición educativa obligatoria no podría surtir efecto sino, tal vez, en 10 generaciones; es decir, muchos más años que los 50 que necesitaron para cambiar el folclore, la tradición y el itinerario filosófico del pensamiento, hasta la forma de caminar le cambiaron al cubano moderno, porque el costumbrismo se alteró con una regla impuesta por el oficialismo cuyo objetivo fue separar a la Cuba histórica de su Cuba en propiedad e intereses y crear un nuevo tipo de cubano, desconocedor del pasado glorioso y brillante que, desde el primer momento, se erigió en el fiscal único y magnífico contra la destrucción de la horda. El KUBANOIDE, engendro sin identidad nacional, porque carece de la cultural.

Existe la pretensión de instruir a los kubanoides que han "emigrado" en asuntos de historia nacional, imposible, porque se necesita de la voluntad de alternar por cuenta propia la indagación, porque la apatía y el desgano se imponen a la gran idea de traer al rango de "cubano reyoyo" a la juventid "exiliada" sin valor nacional patriótico.

Pancho el Bravo (fotos inicio), flautista de clase y sabor cubano que transitó por varias orquestas, como la de Neno González, El Pachá, antes de fundar la propia a principios de los 60's, los Tira-Tira, es uno de esos iconos de la música popular cubana del que muy poco saben las nuevas generaciones nacidas en Cuba.

Alberto Cruz Reyes, que es el nombre de Pancho Candela, no se exilió, no ha muerto, mal vive (falleció no hace mucho), creo que por El Bajo, un barrio más pobre que La Favela brasileña, o que El Fanguito de Borinquen, en la playa Santa Fe, noroeste de La Habana, en total y absoluta miseria; pero "fajao" por la vida, haciendo lo que pueda para arañar "dos baros". Pancho pasa fácil de 80 años, cuando no esté montado ya en el potro de los 90's y, ¡Cuidado!

Como la Aragón, la Sonora, Neno, Fajardo, América, Jorrín, Sublime, Sensación, Ritmo Oriental y muchas otras agrupaciones tipo charangas, que hicieron música bailable cubana de la importante, de la trascendental, de la que se oye en cualquier país tergiversada como nuevos ritmos comerciales que nacieron al calor del cierre de la sociedad cubana, y porque la tiranía no pagó más las cuotas de derecho de autor, a ese grupo importante y trascendental, perteneció Pancho el Bravo.

La salsa, que es música cubana y nadie cree lo de mezclas de ritmos caribeños ni, mucho menos, rock en el engaño, tiene de Pancho el Bravo tanto como de Arsenio, Lorenzo Hierrezuelo, Compay Segundo, Miguel Matamoros o Ñico Saquito; todos los conjuntos, ritmos, compositores y orquestas de cualquier formato cubano previos a 1970, son ese ritmo y todos los virtuosos como Niño de Rivera, Patato, Rafael Lay, Chappotín o Luis Martínez Griñan forman parte del firmamento estelar de la música cubana que llaman salsa.

Nadie que no sea comunista puede permanecer en niveles de publicidad y recuerdo en Cuba, por lo que, a quien no lo sea, "lo desaparecen", de la forma más absoluta y segura, del firmamento histórico nacional: sin mencionarlo y Pancho el Bravo no es comunista.

Alguna vez escribió Tania Quintero desde Cuba para Cubanet, que "el músico no tiene un diente, que trata de estirar con lo que sea el fin de cada día…".

Nadie de mi generación ha olvidado a Pancho el Bravo ni a aquellos números alegres, contagiosos y cubanos como Candela Brava, Sarampión, Pau-Pau u Organízate, tampoco los estribillos con marca registrada, tanto en su programa de Cadena Habana, como en los bailables que animaba:

Cómo son las aves canoras; Amarillas como el gavilán

O la que le ocasionó el problema con los creadores de la vagancia en Cuba:

Suelta el violín Y ponte a trabajar Agustín, ya…

A pesar del esfuerzo por separar lo que les interesa como medida perniciosa contra la memoria histórica nacional, ese músico, ese pelotero o ese boxeador, verdadera trascendencia del alma antillana, está y estará presente eternamente, no solo en quien se sienta cubano de verdad; sino en cualquier país en que la influencia cubana sea evidente. Pancho el Bravo es uno de ellos.

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