, Emily Dickinson (1830-1886)
La esperanza es esa cosa con plumas
que se posa en el alma,
que entona su melodía sin palabras,
y nunca se detiene ante nada.
Más dulce suena en el vendaval;
y atroz deberá ser la tormenta
que pueda abatir a ese delicado pájaro
que a tantos mantuvo abrigados.
La he escuchado en la tierra más fría
y en el más extraño de los mares;
mas nunca, en la inclemencia,
me ha pedido una sola migaja.
¡George Soros ya tiene su guaguancó!
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Por Alfredo Fernández. “Cuba primero, Cuba ahora y Cuba siempre” Agustín
Tamargo En opinión del historiador español Cesar Vidal ningún político
comprendi...
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