Acusaciones a Trump demuestran que la disidencia política en Estados Unidos es un crimen de pensamiento y obra.

 Por Carlos Carballido Estados Unidos está transitando por un camino sin retorno jamás imaginado, una vía de regreso al oscurantismo y al to...

 Por Carlos Carballido


Estados Unidos está transitando por un camino sin retorno jamás imaginado, una vía de regreso al oscurantismo y al totalitarismo de un partido como el demócrata que secuestró ideológicamente a instituciones y gobierno de la nación.

Del mismo modo que un hombre puede sentirse mujer y obligar al resto del mundo a llamarlo de esa manera, hoy el recurso más socorrido de sacar a un candidato político de la lucha electoral es acudiendo a las tretas más burdas que aplican los paises tercer mundistas: la persecusión politica mediante los propios órganos de justicia que supuestamente deben velar por los intereses del pueblo que paga sus salarios.

Las acusaciones e investigaciones en serie que le están lloviendo al expresidente Donald Trump dan la amarga impresión de que están destinadas a manipular las elecciones presidenciales de 2024, y todas están sacudiendo peligrosamente las bases morales  que nos forjaron como nación de Libertad  donde ahora toda acusación al rival  más fuerte de un presidente en funciones  es como función única en la manipulación incluso de sus consecuencias.

De todo lo que se le acusa a Trump, están abriendo  todo tipo de nuevos terrenos legales al convertir los delitos menores en delitos graves y decidir que el estatuto de limitaciones es solo una sugerencia, como es el caso de la  acusación del 6 de enero del fiscal especial demócrata Jack Smith que sienta las bases para criminalizar las impugnaciones electorales venideras. 

Es decir a partir de ahora hay que aceptar los resultados así sean los más descabellados e irregulares o el peso de la justicia caerá sobre ti si los cuestionas. Solo que la diferencia es como dice el analista político cubanoamericano Fernando Godo, Trump es millonario y puede pagar buenos abogados que compren su libertad  pero ..¿y nosotros?

Insatisfechos con acusar al principal candidato de las primarias republicanas para manipular las elecciones, los demócratas criminalizan a la oposición política antes y después de las próximas elecciones. La acusación se parece más a un editorial del Washington Post con su argumento de que Trump estaba "decidido a permanecer en el poder" y, por lo tanto, "difundió mentiras" de que hubo fraude para "crear una atmósfera nacional intensa de desconfianza e ira, y erosionar la fe pública en la administración de las elecciones”. Insisto en que es imposible probar que Trump mintió porque las acusaciones de Fraude NO fueron investigadas y ni siquiera fueron escuchadas ni por triubunales estatales ni por la Corte Suprema. 

Si afirmar que una elección presidencial fue robada es ilegal, ¿dónde queda la acusación de Al Gore? Nunca se ha acusado a ningún demócrata por afirmar que George W. Bush fue elegido por fraude, por impugnar su elección en ambas ocasiones en el Congreso, o por difundir mentiras e iniciar investigaciones por sus afirmaciones falsas de que Trump había sido elegido por los rusos, incluso cuando lo hicieron para "crear una intensa atmósfera nacional de desconfianza e ira".

Es más,  en aquella hora crucial de Noviembre del 2016 que se anunció el triunfo de Trump contra Hillary Clinton, la candidata también afirmó que había fraude y lo sostuvo hasta el 2019 cuando  concedió una entrevista al Washington Post en la que llamó a Trump presidente ilegítimo (Léalo aquí). No fue uno sino tres años acusando a Trump de haber ganado frudulentamente y NADIE la llevó a juicio.

Los demócratas difunden mentiras sobre una elección, obtienen ofertas de libros y espacios nocturnos en MSNBC y, a veces, como Gore, incluso obtienen premios Oscar y Nobel de la Paz. Gore fue escuchado hasta por la Corte Suprema por cuestionar una mínima diferencia de casi 600 votos en Florida. Eso es legal. Pero si lo hace alguien que es un oponente peligroso entonces no hay que parar hasta verlo tras las rejas. 

Las elecciones impugnadas  han sido una práctica tradicional que se remonta a más de dos siglos, hasta las elecciones presidenciales de 1800. Las naciones libres con elecciones abiertas no temen los desafíos electorales y los demócratas han gastado una fortuna en sus propios esfuerzos de desafío electoral. La campaña de Biden gastó $20 millones en más de 60 demandas postelectorales en 2020.

Lo que  no se comprende es que los artículos y códigos con los que estos fiscales pretenden acusar a Trump es un arma peligrosa porque no fueron escrito para lo que ahora se pretende culpar. Y el experto Daniel Greenfield lo explica 

Describir los desafíos electorales realizados públicamente como un esfuerzo por "defraudar" al gobierno de los Estados Unidos convierte el Código de los Estados Unidos 18 § 371 en una herramienta abierta para suprimir una amplia gama de disidencia política. Tratar el cabildeo o cualquier tipo de defensa como el equivalente de la manipulación de testigos convierte en arma el Código 18 de EE. UU. § 1512 contra prácticamente cualquier persona que intente influir en una función del gobierno. Es decir, prácticamente todos los que están interesados ​​en la política. Y finalmente, implementar el Código 18 de los EE. UU. § 241, originalmente diseñado para luchar contra el KKK, contra Trump y cualquiera que intente verificar los resultados electorales legítimos convierte el fraude electoral en un derecho civil.

Más allá de los abusos maliciosos de la ley federal para atacar a un oponente político, la acusación de Smith como la de ahora en Georgia y las demás que nos quedan por ver, creará una supresión sin precedentes de la oposición política que no terminará con Trump ni con las elecciones presidenciales de 2024. Los fiscales, todos demócratas, qué casualidad,  están construyendo casos débiles tomando secciones de la ley y usarlas para construir una infraestructura criminal que puede aplicarse  para prohibir la mayoría de los partidos políticos y actividades al mismo nivel que la China o Rusia comunista. Ya no hay diferencia a nivel macropolítico entre naciones totalitarias y Estados Unidos. 

 Los demócratas y sus medios sostienen que la acusación es apolítica cuando no solo es producto de un sesgo agravado por el odio, sino que solo puede existir como un documento político demócrata que no tiene relevancia para un sistema legal independiente de sus sesgos. En una cosmovisión demócrata, Trump estaba haciendo "afirmaciones falsas" sobre una elección que perdió.... Pero, vamos.... como gran parte de la política, eso es una opinión, no un hecho.

Hasta hace muy poco el Sistema Legal estadounidense se basaba en acusar a las personas por lo que hacen, no por lo que creen y, sin embargo, los fiscales  insisten obsesivamente en lo que Trump creía porque sin eso, no hay delito. Y si no hay crimen sin creencia, entonces, para empezar, nunca hubo crimen. Punto. 

El profesor de Harvard Alan Dershowitz, hablando con Fox News Digital, (véalo aquí) criticó la acusación pendiente y calificó las acciones de Trump como “muy similares” a la estrategia legal de Al Gore en el caso Bush v. Gore que decidió las elecciones presidenciales de 2000. Dershowitz agregó que las acusaciones contra Trump, tanto federales como estatales, fueron las "más débiles" que había visto contra cualquier candidato, y que abrieron la puerta a que los republicanos hicieran lo mismo con los demócratas, lo que Alexander Hamilton temía sería la politización de enjuiciamiento.

La acusación contra Trump y otros afirma que actos tan mundanos como tuitear para encender el televisor, reservar una sala de reuniones y pedir un número de teléfono eran parte de la conspiración criminal general.

Conclusión 

Los demócratas han pasado las últimas dos generaciones criminalizando la disidencia política. Los activistas ambientales exigen que las empresas de petróleo y gas enfrenten cargos de fraude porque "niegan" el calentamiento global. Los departamentos de policía enfrentan investigaciones de derechos civiles cuando desafían argumentos de racismo sistémico. La acusación del 6 de enero es parte de un programa totalitario que rechaza la idea de la disidencia política y la centralidad del debate dentro del mercado de ideas en nuestro sistema. Si hablas con un presidente como Zelensky y se filtra la conversación  es suficiente para un juicio político

Estas acusación no se trata solo de una amenaza a un expresidente, sino a la Declaración de Derechos HUmanos y peor aún a cualquier disidencia politica, de pensamiento o actuación. O pensamos como los democratas y el surderío o.... o a la carcel. Asi de simple 


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