La extraña conexión entre un activista radical de izquierda y opositores e ‘influencers’ cubanos

  Por   Carlos Carballido* . De un tiempo a esta parte, un grupo de auto pretendidos  influencers  se han adueñado de la movilización políti...

 Por Carlos Carballido*.

De un tiempo a esta parte, un grupo de auto pretendidos influencers se han adueñado de la movilización política de los exiliados cubanos y no pierden tiempo en montar espectáculos patéticos que nada aportan a la búsqueda de una solución genuina para que finalmente los cubanos sean libres.

Por cualquier motivo, esa legión de <<arengadores>> de la internet, encabezados por Alexander Otaola, no encuentra mejor solución que organizar caravanas de carros por todo Miami que, además de crear un caos vial, terminan siendo acciones sin sentido donde solo se hace ruido y se protagonizan dimes y diretes entre los propios cubanos que al final terminan siendo la comidilla de las redes sociales.

Lo que realmente sorprende es que las Caravanas están de moda y reciben un apoyo mediático sin precedentes. La de los centroamericanos llegando a las fronteras de Estados Unidos, las de Black Lives Matters (BLM) y también las que organiza Otaola en Miami. Y aunque todas parecen equidistantes políticamente, existe un elemento visible y muy misterioso que las une a todas: Un extraño personaje llamado Roberto Márquez.

 

UN ACTIVISTA DE LA IZQUIERDA SE INTERESA EN LA OPOSICIÓN CUBANA. ¿CASUALIDAD?

 

En diciembre del 2020 varios representantes artísticos independientes de La Habana, Cuba,  preguntaban a sus contactos de Miami sobre un extraño personaje mexicano que había viajado a la capital cubana  para sostener una reunión con el Movimiento San Isidro (MSI) que lidera Luis Manuel Otero Alcántara. En ese mes, Alcántara estaba teniendo un respaldo sorprendente tanto de medios oficiales hispanos como de estos influencers y lideres de la llamada oposición fuera de la isla como Eliecer Ávila, por lo que a la presencia del activista de origen mexicano no se le dio toda la connotación que se esperaba.

El hecho, aunque pasó sin mucha resonancia, llamó la atención del exoficial de inteligencia cubano refugiado en Miami, Rogelio Enrique Bolufé Izquierdo cuando descubrió que, entre los participantes de la última caravana convocada por Otaola, estaba precisamente el activista mexicano Márquez quien había sido grabado en videos que empezaron a circular por las redes sociales.

Roberto Márquez es un mexicano de 57 años, originario del estado de Zacatecas y radicado entre Dallas y El Paso, Texas que, aunque su profesión es la de contratista de la construcción, se presenta como artista dedicado al performance con banderas y al activismo político para guiar a las caravanas de migrantes centroamericanos hacia la frontera México estadunidense. En los dos últimos meses, Márquez, quien se define como un anarquista radical de izquierdas, también ha participado en la organización de marchas y caravanas de la organización Black Lives Matters en las cuales se ha visto muy cerca de sus lideres como es el reverendo Jessie Jackson. Igualmente ha sido un activo coordinador de actos públicos a favor de la administración de Joe Biden como nuevo presidente estadounidense.

Según han declarado algunos promotores culturales independientes de la isla, durante su viaje a La Habana, el activista mexicano sostuvo varias reuniones con el MSI, para instruirlos de la necesidad de que esa organización disidente  comenzara a utilizar el motivo racial como acción principal de lucha con la cual recibiría el apoyo de organizaciones e instituciones de derechos humanos en Estados Unidos que financian a esos movimientos como es el caso de The Open Society Fundation, de George Soros. Márquez habría sugerido una motivación mucho más universal que los alejaría del localismo nacional pero que no entraría en conflicto con el gobierno cubano. Todo indica que el MSI aceptó el ofrecimiento porque han emitido varias declaraciones de apoyo al grupo BLM considerado terrorista y violento en Estados Unidos y han comenzado a utilizar un lenguaje de contenido racial como llamar despectivamente a los no negros como blancos fresitas, una expresión muy típica del argot despectivo en México, de donde es originario Roberto Márquez. Algunos de los artistas independientes que integran el movimiento San Isidro han manifestado su descontento interno con esta nueva tendencia que está tomando el grupo y que ha sorprendido a más de uno. Inicialmente se dijo que MSI era de corte artístico, pero no precisamente convertirlo en un movimiento negro que centre sus demandas en el tema racial tal y como están evidenciando.

 

Por esos días de diciembre del 2020 llama la atención que Márquez no era el único que estaba en La Habana apoyando al MSI. También lo acompañaron Tania Brugueras, otra  artista del performance que se autoproclama abiertamente de izquierda y Carlos Manuel Álvarez, director de la Revista El Estornudo, que casualmente es financiada también por la Open Society de Soros según consta en el propio sitio web (lea aquí). ¿Casualidad? No. En política no existen.

 

ROBERTO MÁRQUEZ, SU RADICALISMO Y LOS INFLUENCERS CUBANOS DE MIAMI

 

Es de dominio público que The Open Society Fundation es una de las financistas de movimientos de migración desordenada alrededor del mundo, pero con mucha más fuerza en Centroamérica y México. El dinero que se libera sirve para coordinar y organizar la creación de Caravanas Humanas en las cuales siempre se ha visto al mexicano Roberto Márquez como uno de sus guías y organizadores, aunque hábilmente suele no dejar muchos rastros en medios de prensa a los cuales da una imagen de átomo libre. Su imagen anarquista siempre está muy bien construida: Pantalón y botas vaqueras, una playera gris azulada y un enorme sombrero texano de color negro. Como artista suele usar la expresión del Performance utilizando ultrajes a símbolos patrios como la bandera norteamericana, la cual ha usado como mantas en El Paso (véalo aquí) y recientemente en la última caravana de autos convocada por Alexander Otaola en la ciudad de Miami donde se le vio arrastrando banderas de Estados Unidos y la de Cuba, lo cual generó una avalancha de críticas en las redes sociales que luego el propio influencer  y Eliecer Ávila trataron de minimizar explicando que había sido un accidente y no un acto premeditado.

La realidad es otra. En varios videos se observa al activista mexicano preparando varios autos, entre ellos un sedan blanco y un Pickup negro, en los cuales amarra banderas cubanas de gran tamaño para que fuesen arrastradas durante el trayecto por las calles de Miami. Unas horas después el propio Márquez publicó en su página de Facebook que una de esas banderas había sido obsequiada a Alexander Otaola, quien la colgó en la sala de su nuevo Rancho tras agradecerle públicamente por el gesto como pueden comprobar aquí.  El influencer no ha podido (o no ha querido)  desmentir ni explicar por qué aceptó este regalo que es un franco ultraje al símbolo patrio de los cubanos libres.

 

LA CASUALIDAD NO EXISTE EN POLÍTICA. MENOS EN EL TEMA CUBA

 

En Zoepost hemos sostenido que este fenómeno del <<caravanismo>> mediático que parece ser el único método de protestas en Miami, no es ni casual ni mucho menos espontáneo. Es un recurso que se utiliza en el mundo por organizaciones desestabilizadoras como las fundaciones de George Soros para generar caos y alejar a la opinión publica de soluciones que no respondan al globalismo. Pero en el Sur de la Florida reviste una connotación diferente -o más bien un valor agregado- por su relación con Cuba oprimida y por ser una buena oportunidad para los protagonismos públicos de políticos cubanoamericanos, sobre todo aquellos que se estrenan en el Congreso como es el caso de María Elvira Salazar. No importa el método sino el fin siempre y cuando se diga que se está luchando contra la tiranía, aunque se haga de una manera lo más irresponsable y ultrajante posibles como puede ser arrastrar una bandera cubana o relacionarse con personajes obscuros abiertamente de la izquierda radical.

En opinión de varios analistas políticos, este hecho puede ser espontáneo para los actores como Otaola y comparsa, pero cada uno de ellos es muy bien utilizado por sus manejadores (económicos como ideológicos) quienes aprovechan el doble discurso que finalmente lo asimilan sus seguidores como normativo y por extensión también los influencers que se le cuelgan y en los medios de prensa hispanos. El resultado es siempre el esperado en La Habana y por el que han luchado por más de seis décadas:  evitar la toma de conciencia por una libertad real del pueblo cubano usando acciones distractoras como las ya descritas.

Estos rejuegos de la politiquería miamense, secuestrada por un grupo muy definido que incluye además a figuras como Rosa María Paya de Cuba Decide, centran su plataforma movilizativa en espectáculos de poca monta que han ido desde la idiotez de la recolección de alimentos para Cuba hasta una reiterada convocatoria a realizar caravana de autos por cualquier motivo relacionado con Cuba o con los cubanos en la política norteamericana como el apoyo al expresidente Trump. Todos sin ningún resultado político tangible más allá de una vulgar protesta.

Estas acciones lejos de ayudar, solo desvían la atención y alimentan protagonismos, pero sirven muy bien a la tiranía que los utiliza como forma de decirle al cubano de la isla que se estén tranquilos porque la opción del exilio es más bien ridícula que práctica. Y visto desde el otro lado es tal y como se percibe.  Lo peor es que en ese saco meten a todo opositor serio que además de ser silenciado por esta nueva élite miamera, diluyen su mensaje sobre acciones que podrían movilizar la conciencia nacional hacia un cambio político. Al terminar el espectáculo, siempre el resultado es el mismo: cubanos buenos de adentro y cubanos malos de Miami, así que es mejor que las cosas sigan como están.

Ahora, lo que llama más la atención es que con la nueva administración de Biden en la Casa Blanca, gracias al apoyo financiero del globalismo de Soros, por un lado, la tiranía esté tratando desesperadamente de buscar un acercamiento con EE UU y por el otro, la oposición visible, como el MSI, y sus influencers de Miami estén siendo aconsejados y apoyados por activistas de la izquierda radical como Roberto Márquez que también es financiado como artista independiente por la Open Society. Al final todo responde al mismo interés y método, el Globalismo, no importa si se aparente ser patriota o tirano, ni los métodos que se utilicen porque lo importante son los seguidores que alimenten el espectáculo para desviar el foco.  ¿Y la libertad de Cuba? Bien, gracias.

Robert Márquez (Robenz)

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