EL UNIVERSO CORRUPTO DE JAKE LAMOTTA
Por Andrés Pascual El único deporte comparable al balompié en corrupción es el boxeo, en todo; sin complejos de culpabilidad, sin ...
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Por Andrés Pascual
El único deporte
comparable al balompié en corrupción es el boxeo, en todo; sin
complejos de culpabilidad, sin pena, sin arrebatos de decencia
febriles que provocaran el rechazo a la medida amoral, Paolo Rossi
salió del retiro, obligado por la “ligera suspensión” que le
impusieron por arreglar juegos en el Calcio entre 1978-80, a
integrar, porque el técnico sentenció que “sin él no podía
ganar Italia”, la selección para la Copa-1982, que, por su
actuación durante la 2da parte, porque en la primera estuvo anulado,
ganaron.
El colmo fue esa FIFA,
que la mayoría fanática, siempre tan despistada como dispuesta al
vandalismo criminal, cree que sus pecados como organismo acaso sean
cosa de un par de años atrás por los sobornos recientes y, quién
sabe si hasta chantajes, aplaudió, premió y engavetó el historial
corrupto del delantero, a fin de cuentas, otra mancha en el
firmamento de la delincuencia corporativa que es la institución
“hermandad balompédica mundial”.
El balompié siempre ha
resuelto con mercuro cromo lo que necesita cirugía radical, porque
el problema es cáncer y ninguna medida, a pesar de que se involucró
EUA en este nuevo capítulo tan negro como las decenas anteriores,
algunos conocidos y otros sin publicidad, puede solucionarlo; porque
el deporte es propiedad de la Mafia, de la verdadera, desde la
cofradía italiana con sede en Palermo, a los nuevos grupos
criminales de los países “liberados del comunismo”, encabezados
por Rumania, Serbia, los ex KGB y ex POLITBURÓ de Rusia.
El único deporte que,
hasta la toma del poder por los liberales en este país, fue cuidado
por ejemplo de respeto a la moral por su influencia en la infancia y
la juventud, era el Beisbol Organizado, manejado desde hace algunos
años por corruptos, que van a imponer todo lo que quiere una
sociedad planificada para que, en poco tiempo, Estados Unidos sea
parte del concierto lamentable de países desprestigiados del mundo.
La noche del 16 de Junio
de 1949, en el estadio Briggs de los Tigres de Detroit, celebró el
francés Marcel Cerdán la última pelea de su carrera, concluida
trágicamente por el lamentable accidente de aviación en que perdió
la vida 3 meses después.
En el pleito, el
gladiador galo, llamado el Orgullo de Casablanca, expuso su faja
mundial mediana contra Jake LaMotta, que ganó el ítaloamericano por
abandono en el round 9, debido a una lesión en el hombro del marido
de Edith Piaff. Hasta aquí todo bien, sin embargo, considerar a
LaMotta retador, que obtuviera tamaña oportunidad, colgó otro aviso
de “manéjese con cuidado” a la hora de comentar sobre este
peleador y su entorno.
Nadie en aquella época
pudo entender la razón por la que, el ganador en Detroit del
campeonato mediano, había recibido la oportunidad, porque,
sencillamente, ni era el primero en el escalafón ni tenía méritos
en la división en que le regalaron la opción. Jake LaMotta, hasta
el día de la pelea, era el último lugar del ranking, bajo ninguna
respetable opinión el retador indicado.
Eddy Egan, a la sazón
Comisionado de Boxeo del Estado de Nueva York, le declaró al Daily
News, de forma tan abierta y franca que sugirió la pala de oficina
por los 4 costados: “...el organismo que dirijo JAMÁS hubiera
aprobado ese combate y recalcó, ¡NUNCA!”, el hombre obligado por
las reglas del escalafón y por la crítica era Steve Belloise.
Antes, el francés Villeiman le había dado una paliza a LaMotta y el
fallo, equivocado, impopular y desastroso, provocó que Egan
suspendiera a los oficiales.
El itinerario cuesta
abajo del ítalo continuó en Montreal, donde otro francés, August
Dauthulle, le metió otra ración de palos, ganándole por milla y
media.
Con la moral y la
economía en bancarrota, rehusó presentarse a la revancha contra
Billy Fox, QUE ESTABA FIRMADA, POR LO QUE EL BOXEADOR HABÍA TOMADO
UN ADELANTO DE LA BOLSA. Un buen lío que le resolvieron sus
racqueteros “patrocinadores” de Smith and Wesson calibre 38.
Por todo lo anterior,
causó asombro que Nick Londes, promotor, eje y cerebro del “trust
de colifloristas”, anunciara al boxeador como retador de Marcel
Cerdán por la faja mediana en Junio de 1949.
LaMotta fue ídolo en
Nueva York hasta el día de su pelea con Billy Fox, según
escribieron algunos cronistas del sector, aquella tarde se observó
un raro comportamiento en las apuestas, cambios extraños, ambiente
turbio y aire pesado.
Para acrecentar la duda
maldita, el referí de la pelea, Frankie Fullman, declaró que
síntomas imprevistos le decían que algo estaba pasando, que el
insoportable olor del arreglo flotaba encima del ring como fantasma
despiadado contra la moral, la decencia y la honestidad: mientras Fox
golpeaba a LaMotta a mansalva, este, sin respuesta, perdió la
brújula y anduvo a la deriva, buscando “el primer palo que
apareciera” para sujetarse, o amarrando en el clinch sorpresivo
hasta que pasara el tiempo.
A los dos minutos y
veintiseis segundos del 4to round, el referí levantó el brazo de
Billy Fox y la clientela creyó que había presenciado el final de la
carrera de Jake LaMotta...
Al día siguiente, la
Comisión informó que los dos boxeadores estaban suspendidos, las
bolsas retenidas, que habría una investigación contra ambos y la
prensa publicó que, tanto de uno como de otro, la moral quedaba en
plano de trapeador de pisos de oficina.
Sin embargo, como que
para que el mundo sea mundo debe haber de todo, algunos cronistas de
Detroit escribieron que, en Nueva York, no criticaban el arreglo ni
por ética ni por convicción, sino por despecho, porque, agregaban,
la ciudad estaba perdiendo credenciales de importancia como la Meca
del Boxeo, en base a que varias peleas de campeonato se celebraban
fuera de la Gran Manzana.
Pero, bien manejado por
los gángsters para el público y la crónica, Detroit tenía una
justificación sentimental de museo, de historia obligada, para
efectuar el pleito con el ítaloamericano: fue ante aquel público
que Jake LaMotta le arrancó el invicto al prodigio Robinson, que
acumulaba hasta aquella derrota 89 éxitos como amateur y 40 en fila
india como profesional.
El Ázucar llegó al
pleito con nocaos a Zivic, a Maxie Berger, a Rubio, a Izzy Jannazzo y
la victoria de LaMotta se vio como el eslabón que saltó en la
cadena por lo inesperada y sorpresiva.
Años más tarde,
mientras operaba uno como miembro de cierta cadena gansteril de
antros-clubes en la Florida, fue acusado de contratar a una menor
como prostituta, en el local que administraba bajo su nombre.
A pesar de todo, el
hombre es HOF y, cada vez que lo entrevistaron, lo trataron como a
alguien con la moral mas alta que Moralitos.