El Partido Republicano agoniza y con DeSantis está cavando su tumba de cara a las elecciones.

Por Carlos Carballido 

Finalmente el gobernador de Florida, Ron DeSantis anunció su candidatura a presidente por el Partido Republicano  donde tendrá que enfrentarse a un Donald Trump que guste o pese, sigue siendo el candidato favorito para la base roja a lo largo y ancho de Estados Unidos.

 

De Santis, quien tiene formación militar, parece olvidar que en una batalla, sea real o política, jamás se participa donde se sabe que la derrota es la única opción.  Basta con recorrer Estados Unidos profundo para ver que la base republicana no acepta otro candidato que Trump, quien lo demuestra en los cientos de miles de americanos que asisten a sus mítines políticos.

 Los analistas republicanos serviles siempre hablan de que el Partido Demócrata tiene problemas a la hora de seleccionar a buenos candidatos, pero resulta que ahora ellos cometen el  mismo error. 

Es cierto que todos tienen derecho a aspirar a la presidencia pero lo que se está evidenciando en esta contienda es que el partido del Elefante tampoco quiere que Trump los represente y para ellos están buscando desesperadamente  a contrincantes que puedan frenarlo en los debates y dividir el voto republicano desde las mismas primarias. 

Estratégicamente esto no es otra cosa que un suicidio político. Y DeSantis con su anuncio, repleto de problemas técnicos en la plataforma Twitter por cierto, está dándose un tiro en el pie. 

Las encuestas parecen ni haberse enterado de que el Gobernador de Florida anunció su candidatura. Trump sigue siendo el amplio favorito y la única forma que DeSantis gane sería si el expresidente sale del camino. 

Y esta parece ser la estrategia del partido Republicano al mover a una ficha importante como DeSantis que en Florida ha hecho un buen trabajo y que de algún modo garantizaría la robustez de ese estado. Lanzarlo a una campaña presidencial en época primaria puede cambiar la balanza a tal punto que se pierda el estado sureño. 

Todo apunta a que en el 2024 los republicanos del Deep State aplicarán la misma estrategia del 2016 cuando un outsider como Trump pulverizó a 16 aspirantes.  La idea de que Trump está desgastado por varios litigios legales les motiva para lanzarle a tipos como DeSantis que tienen buena presencia y habilidades oratorias pero, en que esta jugada de tenedor, lo único que lograrán es o bien potenciar la figura del expresidente ante su base o  debilitar al partido a niveles sin precedentes. 

Hay un sentimiento generalizado de que las elecciones del 2024 no serán ni limpias ni mucho menos transparentes porque las irregularidades ocurridas  aún no se solucionan o sencillamente mueren en las cortes porque  los jueces evitan a toda costa investigaciones oficiales al respecto.  Ante semejante panorama la posibilidad de que Trump gane la Casa Blanca nuevamente es tan lejana como que la tierra sea plana y no esferoide. 

Pero que esta poca seriedad sea ahora un fantasma que pende sobre las primarias republicanas  es cuando menos un indicio que ese partido está podrido y tan hundido en el pantano que difícilmente saldrá a flote. 

El problema aquí es que America está en manos de políticos que están pensando con las patas y si se caen comen hierbas. Y lo peor, están desmoralizando las instituciones a tal punto que de un bando u otro todos persiguen lo mismo: destruir la grandeza que alguna vez tuvo esta nación. 

Si DeSantis aceptó un juego donde tiene pocas posibilidades de ganar solo conduce a dos conclusiones: O es muy ingenuo, cosa que dudamos, o sencillamente sabe que el partido inundado de RINOS utilizará sus mañas para limpiarle el camino sacando a Trump.  Y esto será el suicido político porque la base desde el 2016 sabe muy bien de que lado está.